lunes, 5 de julio de 2010

Humor y cáncer, ¿es compatible?



Muchas veces, en la consulta, uno intenta desdramatizar. Quitarle hierro al asunto. Pero en ocasiones obtiene el efecto contrario; el paciente no está "para bromas" o se encuentra tan sobrepasado por el diagnóstico que apenas reacciona a lo que le estamos diciendo. ¿Existe alguna forma más eficaz que otra de tener un trato lo más cercano posible con el paciente oncológico evitando una seriedad "excesiva"?


Supongo que buena parte del mérito de no meter la pata lo da la experiencia, el ver muchos pacientes. Hace unos años me "equivocaba" en cómo entraba a los pacientes bastante más que ahora, aunque disto muchísimo de ser infalible. Creo que el único ingrediente imprescindible es una relación continua, de confianza mutua y de apoyo constante. Pero claro, esto es imposible cuando vemos a un paciente en la primera visita, y percibimos que está aun en "fase de shock" y no puede acertar a comprender la situación en la que se encuentra.


Aquí, en mi opinión, el humor y la cordialidad tienen su papel. Recibir con una sonrisa, no con una pose de supuesta profesionalidad y seriedad, ayuda enormemente. Salvo casos muy concretos, le pregunto a mi paciente si no le molesta si le trato de tú. No tiendo a presentarme como el Dr. Fulanito, sino con mi nombre y apellido.


En establecer esta relación, las prisas no son buenas consejeras. Y por motivos que personalmente desconozco, mientras que con algunos pacientes se consigue esta relación ideal de confianza, con otros, dentro de la cordialidad, ves que no lo has conseguido. Piensas si habrás hecho algo mal, si deberías haberte comportado de otra manera. Pero me temo que cada persona es un mundo, y para estas preguntas no hay respuestas concretas.


2 comentarios:

  1. Me parece bien su forma de abordarlo. Recuerdo que el Oncólogo de mi abuelo era un Médico que también nos hacía bromas y a la vez explicaba con seriedad nuestras preguntas. Y un detalle, en la puerta de su consultorio decía su nombre y "Médico" todos los que iban a su consulta sabía que el era un Oncólogo, pero esta palabra un tanto temida sólo se la leía en sus sellos.

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  2. Es eso último que comentas. Lo importante es poner todo de la parte de uno; la personalidad de cada paciente ya es algo sobre lo que no se puede tener control. Y menos cuando acaban de recibir un diagnóstico de cáncer, que probablemente remuevan todo lo que hay en los bajos fondos de la personalidad.

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