martes, 29 de diciembre de 2009

Somos tan libres...

Excepcional artículo de Javier Marías publicado en El País, que toca el tema de la "libertad" y del uso que hoy en días hacemos todos de ella. Aunque trata de varios temas de actualidad, el que especialmente nos toca, la Sanidad, queda reseñado en el siguiente extracto del artículo:
"Y qué decir de los médicos y las enfermeras. Suelen ser personas admirables, que hacen lo indecible por salvar vidas y curar enfermedades. Y, cuando nada pueden, son seguramente los primeros en lamentarlo. Pues bien, cada vez es más frecuente que los pacientes y sus familiares, lejos de facilitarles su tarea y sentir agradecimiento hacia ellos, se pongan hechos unos basiliscos cuando se les anuncia que por desgracia no hay remedio. "¿Cómo que no?", gritan enfurecidos, y no es nada raro que peguen a la doctora o al enfermero. "Usted tiene que curar a mi padre de ciento dos años, y si no, es una inepta y se le va a caer el pelo, a usted y a la clínica entera".
En dicho escrito se refleja la cultura de la inmediatez, de la "facilidad", de "papá-estado"; en general, la actitud de unos críos irresponsables que quieren libertad total pero que, cuando las cosas van mal dadas, recurren siempre al "primo de Zumosol" para que les saque las castañas del fuego. Y así nos luce el pelo...

2 comentarios:

  1. He escuchado decir exactamente lo mismo a muchos compañeros.

    Mi experiencia, sin embargo, no es tan radical. Es verdad que aún no he pasado por la consulta de oncología, pero siempre que he tenido que dar noticias de enfermedades crónicas los pacientes lo han sabido llevar, mejor o peor, pero nunca hasta los gritos.

    Quizás, con los pacientes, pasa como con las manzanas, que una podrida impide que podamos ver las manzanas buenas del cesto.

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  2. Precisamente, como oncólogo, lo que comentas de los gritos y las reclamaciones injustas lo he visto muy, muy poco. Sin embargo, en guardias, sobre todo de Urgencias, creo que esta actitud es bastante más frecuente. Aunque también estoy de acuerdo contigo en que la mayoría de la gente es educada, tranquila y respetuosa (al menos ésa es mi experiencia), pero siempre tendemos a recordar lo malo.

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